Corona de cambios

Un shock viral que cambiará al peruano.

Luego de contemplar varios minutos la pantalla de la laptop sin saber como empezar miro el reloj y son la una de la mañana de un domingo diferente, bastante diferente. Escucho ruido en el cuarto de Juanita, mi mamá, quien en su cuarto ejecuta la tarea titánica de ordenar papeles que guarda desde años luz. -Duerme mamá. – Tú déjame que no tengo sueño. Caso cerrado. Facundo y Chris dormidos y yo aquí pensando como expresar y ordenar tantas cosas que pasan por mi cabeza.

No quiero escribir del Covid-19, ni de su origen, ni de los positivos y fallecidos, ni de cómo evitar el contagio. Creo que a estas alturas siendo el día siete de cuarentena ya conocemos y hemos recibido bastante información al respecto a través del gobierno, los medios de comunicación, las redes y por supuesto desde el WhatsApp.

La magnitud del corona virus es mundial, el planeta entero ha parado, la economía se ha frenado. Si bien el impacto es mundial quiero en este momento pensar, sin que suene egoísta, en el Perú, en nosotros los peruanos. Quiero pensar en que vamos a aprender de esto, en cual será nuestra lección y elección de aquí al futuro, cuando las puertas se abran nuevamente y el planeta empiece a girar de nuevo a esa velocidad galopante del día a día que hemos vivido desde que tenemos uso de razón, cuando volvamos a ese ritmo vorágine que es la vida.

Tenemos la fama de ser solidarios cuando alguna desgracia nos cae. Fenómeno del niño, friaje, terremotos. He sido testigo que nos ponemos de pie ante las adversidades. Lo que nunca he visto es que un país entero tenga que estar encerrado en su casa para vivir, para evitar que un simple estornudo nos mande al hospital o se lleve a quien más queremos, nuestras familias.

Veo el miedo, siento el miedo, muy en el fondo de nuestros ánimos, conversaciones y mensajes de aliento, en los aplausos de las ocho de la noche, es inevitable que esté presente y porque no, también es valido tenerlo pero también convive con ese miedo la esperanza de que el Perú es grande, fuerte y resistente. Lo fue desde mucho antes, cuando ni siquiera nos llamábamos el Perú, resistimos una conquista de trescientos años, resistimos plagas, guerras y catástrofes naturales. Esta vez es muy diferente, esta vez lo estamos viviendo en carne propia. Este encierro obligatorio esta invitándonos a sacar al peruano que teníamos escondido, al peruano más unido, más solidario, más empático. Ya no pienso tanto en mi familia como las personas que conozco y comparto mi vida sino también siento que el prójimo es parte de mi familia.

Nunca aplaudí ni valoré en su real dimensión el trabajo de un médico, una enfermera, un militar, un policía, un recolector de la basura que dejamos en la calle a diario. Son peruanos que salen a enfrentar esta guerra que nos declara una naturaleza sabia que pedía a gritos que paremos, que la cuidemos y entendamos que estaba cambiando, que estaba debilitándose y nosotros sin reacción alguna seguíamos maltratando e ignorando.

Dentro de este contexto el Perú está descansando de nosotros, nuestra tierra se está tomando un aire para seguir andando con más fuerza y energía. Solo de nosotros depende que cuando abramos esa puerta y nos digan que ya podemos salir tomemos otra actitud con la vida. Le demos el real valor que nuestra tierra merece y eso va desde cuidarla como nuestra casa hasta tratar a nuestros compatriotas como la familia que es. Sé que puedo haber escrito un sueño, un imposible. Pero si lo escribo es porque creo que se puede. Un remozado Perú donde todos sumemos con solidaridad y respeto al otro, a sus pensamientos e ideas, a sus creencias y gustos.

Creo que cada segundo en casa, en familia adquirirá un valor mayor al que ya tenía, creo que ahora vamos a valorar más estar juntos, una visita, una llamada, un abrazo, un llamado a reunirnos, porque como dice esa famosa frase uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Esa frase ha cobrado mas realismo en estos días pues hemos perdido en gran medida nuestra libertad por culpa de un enemigo que no lo vemos a simple vista, que ni siquiera es visible en un microscopio ordinario y el cual nos ha demostrado que todos somos iguales ante él y que no importa quien seas y cuanto tengas.

Siento que cuando abramos esa puerta vamos a valorar más quienes somos, vamos a valorar más la familia, la amistad, la libertad. Vamos a valorar nuestra salud, nuestro cuerpo y nuestros tiempos de dormir, comer, leer y descansar. Nuestra forma de trabajar, de las horas que dedicamos a nuestras tareas. Nuestra forma de trasmitir nuestros conocimientos. Porque la naturaleza es sabia y sabe que este mensaje, este encierro, nos debe, nos tiene que hacer despertar. Nos tiene que hacer entender que el ritmo de la vida lo ponemos nosotros mismos. Un retorno al equilibrio.

Un shock viral que cambiará al Peruano. Para bien.

Creo que todo lo que pensé escribir ya lo dije, espero poder calar en sus corazones y que nos sea solo un sueño personal sino de todos los que queremos un mundo mejor que deje un legado de bien a las siguientes generaciones.

Y para cerrar, no puedo con mi genio, recordé a Batman o ¨pakaman¨ como le dice Facundo. Recordé la última escena de The Dark knigth rises, cuando después que Batman da su vida por salvar a su ciudad de una destrucción segura, el comisionado Gordon dice:

¨Veo una ciudad hermosa y a su gente brillante surgiendo de este abismo, veo las vidas sobre por las que sacrifico mi vida: pacíficas, útiles, prósperas y felices. Veo que voy a tener un santuario en su corazón y en el corazón de sus descendientes durante generaciones. Lo que voy a hacer es algo mejor, algo mejor de lo que jamás haya hecho, y ahora voy a descansar en paz, al fin tendré una paz que nunca conocí¨.

¡

¡Vamos Perú!