Mi primera vez… con la tarjeta de crédito
- César Sánchez Vega
- 24 feb 2019
- 5 Min. de lectura
Mi primera tarjeta vino a mis manos sin que me la hayan presentado. Fue una relación a ciegas, tóxica y caótica. Te invito a leer esta triste historia para que la tuya sea feliz.

Si en el colegio me hubieran enseñado que era una tarjeta de crédito y una de débito no me hubiera pasado esto. Actualmente estamos con un bajo índice de bancarización, esto significa que pocas personas aún no usan un banco para hacer operaciones tan simples como pagar la luz, el agua, incluso pagar la chancha de la pichanga a través de una aplicación móvil de un banco. Menos aun recibir su sueldo.
“La bancarización es el grado y nivel de utilización que una población dentro de una economía hace de productos y servicios bancarios.” (economipedia.com)
Menos bancarizados aun estábamos en el 2007, cuando recibí mi primera tarjeta de crédito. Tenía 24 años, tenía un empleo de part time en Atento, vendía Speedy (¿recuerdan?) y algunos productos más de Telefónica. Mi sueldo era S/. 450 y me depositaban en el BBVA, tenía una tarjeta de débito con una cuenta sueldo. No elegí el banco, simplemente me la abrieron ahí y listo. Mi única relación con el banco era cuando me paraba frente al cajero a fin de mes a sacar todo y hacer magia para que me alcance.
Ese año cambié de empleo, entré al BCP. Mi experiencia en Atento me permitió entrar a Banca por teléfono atendiendo, en principio, consultas sobre giros y letras. La cosa se puso mejor, ya no era part time, ahora era sueldo completo y 8 horas. Cerré la cuenta del BBVA y me abrieron mi cuenta sueldo BCP. Aquí comienza la historia, muy amablemente mi compañera de plataforma me dijo que ya podía calificar para una tarjeta de crédito. Me sentí elegido, premiado, como si hubiera ganado un sorteo. Claro, le dije, dámela. Me la tramitó y a la semana me dijo que la recoja. Llegó el día y fui. Y de verdad “fui”.
Abrí el sobre y ahí estaba, una VISA clásica color ploma con una línea de S/ 500. Wow! ¡Más dinero aparte de mi sueldo para gastar! Me fui pensando que me iba a comprar. Obviamente no pregunté cual era la tasa de compras, la tasa por retiro de efectivo, menos cuanto eran los portes y el desgravamen. (Si ninguno de estos términos conoces avísame para desarrollarlo en otro post). Salí listo para dominar el mundo.
Dicho esto, a semanas de mi estreno en el mundo bancario me pasó un acontecimiento desagradable. Eran promedio 8 de la noche, estaba sentado en la combi, lado izquierdo, pegado a la ventana, que me iba a llevar de retorno a casa. Semáforo en rojo, Av. Tacna con Av. Nicolás de Piérola, saqué mi Motorola V3 para mandar mensajes de texto (no había WhatsApp, créanlo), cuando de pronto escuché que golpeaban la ventana del lado derecho. No hice caso, seguían golpeando tan fuerte que volteé a mirar quien osaba interrumpir con tanto ruido. En ese momento por el lado izquierdo abrieron la ventana y un brazo veloz entró y me arrebató de las manos mi “Hello moto”. Bye moto.
Aquí aquel comercial que me gustaba mucho ver:
Con la cólera latente, sin razonamiento alguno me dije: “Mañana me compro uno igual y no pasó nada”. Era una manera de decirme que no pasaba nada que lo reemplazaba y listo, chau coraje. Mi buen amigo Mario Diaz me contactó con otro amigo que vendía un Motorola igual al que me robaron, eso sí, de segunda, a S/ 650. El problema era que no tenía el dinero para comprarlo. ¡Pero si tengo la tarjeta de crédito!, me dije. Entonces sin pensarlo dos veces fui a un cajero y retiré toda la línea de mi tarjeta, S/ 500 más los S/ 150 que tenía en efectivo y fui por mi celular de reemplazo.
Con mi celular de reemplazo me sentía contento y más contento de la buena idea que fue tener la herramienta de la tarjeta de crédito pues me salva de la emergencia de no tener el efectivo a la mano. Todo bien hasta ahí. Llegó el fin de mes y comenzaba mi vida con el banco. Llegó mi primer estado de cuenta que decía que podía pagar el total o el mínimo. No tenía para el total, así que vi que el mínimo a pagar era S/. 25 para estar al día y estar bien con Dios y con el banco. Genial, S/ 25 no los voy a sentir, esto es perfecto.
Así pasaban los meses y yo solo pagaba el mínimo sin ninguna preocupación. Cuando por curiosidad un día vi que mi deuda seguía siendo de más de S/ 500. Pero si ya estaba pagando S/ 25 hace varios meses por qué no baja, me dije. Fue ahí que comencé a conocer el mundo de las tarjetas, ni les cuento cuando vi la tasa que me cobrarían por disposición de efectivo. Primera lección: Solo estaba pagando intereses cuando abonaba el mínimo.
Descubrí que las tarjetas de crédito guardan muchos secretos y que había que conocerlos. Era más que un plástico mágico del que sacabas dinero, era una herramienta peligrosa si no la sabes manejar. En primer lugar, aprendí que ese dinero no era mío, me lo estaba prestando el banco, y por tal motivo me iba a cobrar por usarlo. Aprendí que si disponía de efectivo con la tarjeta me cobrarían una tasa altísima y si hacía compras también era otra tasa distinta. Aprendí que lo mejor era pagar la cuota total y no el mínimo. También que si una compra era por un monto alto como por ejemplo una tele, un celular, era mejor dividirlo en cuotas si es que el sueldo no me permitía pagarlo completo al siguiente mes.
Otra historia muy distinta era mi tarjeta de débito, ese si era mi dinero, cada vez que compraba algo se descontaba de mi propio saldo, y este duraba hasta que se agotara.
Para poder resumir estas diferencias les armé el siguiente cuadro:

Si es tu primera tarjeta de crédito y no sabes nada, como yo aquella vez, debes saber que dependiendo para que la vas a utilizar hay opciones a tomar en cuenta. Aquí algunas:
Disposición de efectivo:
Si necesitas efectivo te recomiendo que mejor no lo hagas, la tasa de disposición de efectivo es la más alta que puede existir. Lo recomendable cuando necesites efectivo es solicitar un préstamo en efectivo ya que se establece una cuota fija y puedes negociar una mejor tasa.
Compras:
Es para lo que más la usan. Sin embargo, debes saber que lo recomendable es usarla para compras grandes y no frecuentes, por ejemplo una laptop, tu juego de dormitorio, un televisor. Y estas deben dividirse en cuotas para que puedas asumir el pago de la cuota y no te quedes corto en el mes.
Compras de comida o artículos pequeños de bajo costo no son recomendables pagarlos con tarjeta de crédito salvo que sea un caso de emergencia y lo canceles en su totalidad a fin de mes.
Compra de deuda:
Esta opción es para cuando tienes deudas en varias entidades y deseas unirlas. A veces los bancos te ofrecen comprar tu deuda en otra entidad financiera ofreciéndote una tasa más baja. En próximos artículos entraremos a fondo en este tema.
Espero que cuando estés leyendo este post aún no tengas una. Piénsalo bien, es una responsabilidad de la que muchos a veces les cuesta salir. Que no te pase como a mi en mi primera vez. Infórmate, consulta y compara.
Tomaste el dato, ahora pásalo.
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