Renuncié. ¿Por dónde empiezo?
- César Sánchez Vega
- 24 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Tuve el valor de renunciar para #emprender, ahora debía tener el valor para empezar de cero.

Les conté cómo decidí emprender, como en el año 2015 dejé mis ocho años en el BCP para empezar algo propio. Llegué a Lima con la satisfacción de haberme armado de valor y hablar con Chris. Un atemorizante momento que pasó al beneplácito de un final feliz. Ahora tocaba pasar de ese 1% de la idea al 99% de hacerlo realidad.
Y para comenzar a hacerlo pues arranqué quizá aplicando un poco de los 6 consejos antes de lanzarte que les hablé hace un par de semanas. Sin duda, cuando empiezas a #emprender ingresas a un nuevo mundo paralelo en el que ya no tienes horarios de ingreso ni salida y mucho menos tienes que marcar tarjeta (salvo a tu pareja). Se terminó el llegar corriendo esquivando personas, semáforos y autos para llegar a tiempo y no ser el tardón de la oficina.
“Déjenme decirles que te sientes un poco perdido, ¡ya no hay jefe!. Te enteras que ahora tú eres tu jefe.”
Le dices adiós al tráfico, a la hora punta y a los horarios establecidos. Déjenme decirles que te sientes un poco perdido, ¡ya no hay jefe!. Te enteras que ahora tú eres tu jefe. Llegó el ascenso que tanto esperabas, te harás cargo de un solo empleado: tú. Es momento de tomar las riendas y gobernarte, ordenarte y ponerte objetivos claros, concretos y viables. Ya no vendrá nadie a ordenarte ni trayéndote tu hoja de desempeño anual y mucho menos darte feedback (por ahora).
Dejé la camisa, la corbata y el terno (ahora solo para los matrimonios y bautizos) por la ropa dominguera, mis jeans rotos y mi polo de U2. Listo, a trabajar, a veces no sabes si es domingo o lunes. Los lunes pueden convertirse en tu sábado, si que las cosas cambian, esas primeras semanas son de constante adaptación. ¿Así son los cambios no? La entrada y salida desaparece, estás adentro siempre. Te acostumbrarás. Lo importante es que poco a poco puedas darte horarios luego de un inicio bastante desordenado. Yo mismo fui acomodando las cosas, manteniendo buenas practicas de orden que se aprenden en la oficina, cuando entras a las 9am y debes dividir tus tareas hasta la hora de almuerzo y luego continuar por la tarde hasta las 6pm. Bueno, decir 6pm suena gracioso, casi nunca salimos a esa hora.
Si pensabas que ahora todo sería más relajado y calmado te equivocas, eso pensaba yo pues manejaba mi tiempo, a mi ritmo, a mi manera. Esa escena inicial se evapora rápido cuando te das cuenta que hay mucho por hacer y que tú eres el encargado de cada tarea a menos que decidas iniciar directamente con un socio, amigo, compañero que sueña contigo y tiene el mismo proyecto. Si no es el caso prepárate que se viene lo bueno. No son cien metros planos, son maratones de largo aliento, así que tranquilo (a), de a pocos.
¿Ya están asustados? No lo creo, estamos listos para este tipo de retos. Ten a la mano un cuaderno y anota todo lo que se te vaya ocurriendo, te servirá y lo atesorarás cuando mires atrás. Trata de buscar un ambiente especial para trabajar en casa. Simula tu propia oficina, adáptala a tu gusto, llegó la hora de hacerle los cambios que no podías hacer en la oficina. Un buen ambiente acoplado a tu gusto despeja la mente. Aíslate en las horas claves, tú sabes en que parte del día rindes más.
En las pausas, que son necesarias que hagas, puedes caminar de cinco a diez minutos en el parque más cercano a tu casa. Despeja la mente, la pone en blanco nuevamente para regresar con fuerza. No te recomiendo trabajar en tu cuarto. Recuerda que en la universidad cuando hacías la tarea te dormías, por lo menos a mi me pasaba, si a ti no, adelante.
Esta es la etapa en la que recién los motores están calentando. Poco a poco se irá asentando la maquinaria. El motor eres tú, garra y corazón.
Tomaste el dato, ahora pásalo.
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